miércoles, 29 de agosto de 2012

¿Seres equivocados? (www.mentefeliz.es)






“…nadie puede dar lo que no tiene”. Nos encontramos con que si valores tales como participación, libertad, igualdad, solidaridad, integración, pluralismo, dinamismo social, tolerancia, etc., son engullidos por un “mar de difusión de responsabilidad, tal efecto, hace que la motivación para llevar a cabo conductas que entrañen ese tipo de valores no se realicen de forma correcta.
Los grandes resortes sociales generan “cuellos de botella” socioeconómicos cuyo único objetivo es hacer de la especie humana un conglomerado de “unidades funcionales económicas” . Esto lo consiguen controlando todo tipo de medios para influenciar a la población, cambiar su manera de pensar o dominar en alguna forma las acciones o pensamientos de los demás.
Es decir, enmascaran la necesidad individual, vendiéndola como necesidad grupal; luego esto es una forma de explotación psicológica de los valores individuales de las personas llegando hasta el punto de realizar cualquier adulteración, engaño o ficción que les permita el objetivo buscado. Esto, como resultado final, transforma las personas en seres con dificultad para empatizar, intolerantes o conformistas según interese y sobre todo los lleva hacia un estado de desindividualización, es decir, la persona cree que tiene unos valores, los ve escritos en las vallas de publicidad o en la Constitución, los oye en la Iglesia, pero no es ella la que decide y rige su conducta responsablemente, de eso se encargan “ellos”, los responsables son los “otros”...
La hipótesis de partida es que las personas necesitamos evaluar lo adecuado de nuestro comportamiento . Si no disponemos de datos objetivos, es bastante razonable que comparemos nuestra conducta con la que hacen las personas semejantes a nosotros. Es decir, buscamos la validación social de nuestra conducta. El principio de validación social se aplica, sobre todo, en situaciones ambiguas y tomando como ejemplo a las personas similares a nosotros. En general, pensamos que cometemos menos equivocaciones si actuamos en consonancia con lo que hacen los demás que si no lo hacemos.
Esa tendencia a la imitación es utilizada en muchas tácticas de influencia por parte de nuestros dirigentes , grandes comercios, etc. La estrategia consiste en presentar la acción como lógica porque lo hace la mayoría (“a nosotros nos ha votado la mayoría”, etc.). A veces, esa mayoría se adapta a una audiencia pacífica, refiriéndose al grupo al que pertenece el blanco de influencia (mayoría de los jóvenes, mayoría de amas de casa, mayoría de ejecutivos…) , para incitar un sentimiento de identidad social y la tendencia a imitar a los que son semejantes (Teoría de la comparación social, Festinger, 1954).
A veces, esa tendencia a la imitación tiene trágicas consecuencias . Todos sabemos que la publicación de suicidios de adolescentes en la prensa suele desencadenar más suicidios de jóvenes en fechas próximas (Gould y Shafer, 1986; Phillips y Cartensen, 1986). Algo así pasa cuando gobernantes y periodistas se conjuran en estigmatizar a los inmigrantes en situación de exclusión social. La gente empieza a decir que los rumanos son todos un vagos y ladrones, los “moros” unos incultos y mal tratadores de las mujeres; nos quitan los puestos de trabajo, etc.
Una variable importante es la influencia de la autoridad . Se nos enseña desde pequeños que obedecer a la autoridad es bueno y desobedecer es malo. El poder de la autoridad descansa en parte en que ejerce el control sobre las recompensas y castigos. Pero no es esa la única razón por la que se obedece a la autoridad. Su poder se basa, sobre todo, en la creencia de que las personas que llegan a un puesto alto en la jerarquía tienen más conocimiento y experiencia que el resto. Se responde de forma automática no sólo a la autoridad real, sino a los símbolos asociados a la autoridad.
Los experimentos realizados por Stanley Milgram en EE.UU. y replicado en España por Miranda y colaboradores en 1981, permiten explicar hasta qué punto estamos dispuestos a aceptar la solicitud de un experto, incluso sin coacción, simplemente porque nos fiamos de la autoridad que le confiere el título que ostenta . La indumentaria y los adornos asociados al estatus, como coches y joyas, también son utilizados por los expertos en influencia para desencadenar obediencia, puesto que son símbolos externos de la autoridad y de la categoría y posición social. Los timadores de la calle ( y los de otras esferas más elevadas) se suelen servir de estos símbolos. Se atiende más a una persona que va de uniforme (Bickman, 1974), se sigue más a una persona que cruza la calle con el semáforo en rojo si va bien vestida (Lefkowitz, Blake y Mouton, 1955), se respeta más que tarde en arrancar un coche lujoso mientras que cuando se trata de un coche viejo se le pita inmediatamente (Doo y Gross, 1968). Así, las personas vivimos en la “ilusión” de que todo está más o menos bajo control, que las decisiones que toman nuestros dirigentes están basadas en el análisis de los mejores expertos y que si se toma una medida es por que es la mejor de todas… Pero la realidad es que lo que gobierna el mundo es la macroeconomía, y de sus hilos cuelgan muchos “títeres”.
Otro factor a tener en cuenta es lo que determina que las personas opten por una conducta de ayuda . Darley y Latané (1968) ya nos demostraron que cuanto mayor sea el número de observadores, menor será la probabilidad de que cualquiera de ellos preste ayuda a la persona necesitada. Cuando la situación es ambigua, como es el tener que interaccionar con una conducta de ayuda, hacia el sector de inmigración más desfavorecido, y los indicios físicos no aportan las claves necesarias para saber qué está pasando, la gente recurre a indicios sociales, utilizando la conducta y las opiniones de otros como información sobre la realidad y sobre lo que hay que hacer en esa situación. Es lo que Deutshc y Gerard (1955) llaman “influencia social informativa”. De hecho, en nuestra sociedad vivimos cada día una variante de lo que expresaron Lantané y Darley con el concepto de la “ignorancia pluralista” sobre todo en nuestro contexto social en donde las normas implícitas que rigen la interacción social con extraños está socialmente reprimida (como ocurre en las grandes ciudades) y la gente tiene miedo de hacer el ridículo malinterpretando como emergencia una situación que no lo es, inhibiendose a la hora de tomar la iniciativa .
Esta web invita a todos y especialmente a los estudiantes universitarios a que basándose en el tronco metodológico de las ciencias sociales, realicen un permanente estudio etológico-humano que por una parte aporte información veraz y propicie un “espejo social” para la toma de conciencia de las actitudes y valores que sustentan una democracia plural y libre, superando los sesgos informativos y paliando las influencias, entre otros, de los factores que se han mencionado, permitiendo un proceso de participación ciudadana que nos haga evolucionar más sabiamente.
La influencia social informativa que ejercen unos observadores sobre otros aumenta con la semejanza entre ellos , es decir, a la hora de interpretar una situación ambigua, se guían más por lo que dicen o hacen otros como ellos que por las acciones de personas muy diferentes. La semejanza puede referirse a cualquier clase de atributo que sea importante en esa situación concreta. Esto es lo que postula la “Teoría de la Comparación Social” de Festinger (1954). Sin embargo, cuando la situación no es ambigua, la influencia de los demás observadores en cuanto a la interpretación de lo que está pasando es, lógicamente, mucho menor. Podríamos plantearnos como d ar conocimiento de la problemática de fenómenos sociales de este desconcierto político-social de forma en que el ciudadano se sienta partícipe y corresponsable , bajo la metodología de la Animación Sociocultural entre otras.
Esto entraña facilitar a todos los interesados que abordan esta realidad una continua auditoria social de la problemática de la socioeconomía de este país gracias al análisis permanente y retroalimentación de datos adquiridos con metodología adecuada.
Es más, propiciar una visión más objetiva y libre de prejuicios (en la medida de lo posible) a la población local, a la vez que se propicie un acercamiento inter-sociocultural entre las personas que interaccionan en el día a día en nuestra comunidad.

Si muchos quieren seguridad sin implicarse, integración sin entenderse… Si los valores explícitos, todos esos en que se basa la deseabilidad social, contradicen a los implícitos, los que verdaderamente “adornan” las conciencias, lo que está sucediendo realmente en la nuestra sociedad es que “se ha asentado el valor de no manifestar prejuicios”, no el valor de superarlos o no tenerlos . Entonces, una intervención en la que se refuerce el tejido social en sus valores humanos y comunitarios, que fomenten la realización humana, social y cívica de las personas, en definitiva, que conduzca a un nuevo “encuentro social”, se nos presenta como una necesidad vital.
Como especie, los humanos tenemos la ventaja de no necesitar la experiencia propia para encontrar respuesta a las preguntas que nos van surgiendo. Así, vamos acumulando información acerca de la Naturaleza y de nosotros mismos. Este cúmulo de experiencias acumuladas a lo largo de la historia de la cultura es lo que llamamos conocimiento. Algunas de las fuentes de conocimiento son: El sentido común, la religión, la filosofía, la ciencia… Cada una de ellas con sus reglas y ámbitos de aplicación. Esto ha generado, entre otras cosas, enriquecedores debates sobre marcos de referencia epistemológicos, ciencias naturales versus ciencias sociales, etc.
Ahora bien, hoy en día hay más información sobre el mundo, la ciencia, política, etc. en una edición del periódico El País, que a la que podría tener acceso una persona de cualquier pueblecito de provincias hace 60 años durante toda su vida . Es más, parte de esa información que se edita requiere un alto nivel cultural e intelectual para su correcta valoración y comprensión.
Al “brutal” despliegue informativo, hay que añadir un universo de matices y opiniones mayoritariamente sesgadas y mediatizadas que obedecen a un dudoso rigor científico e interés general y con claras connotaciones manipulativas , políticas y mercantilistas. De hecho, uno de los factores que “contaminan” la verdad de todo lo que atañe a las personas más desfavorecidas o en situación de exclusión social es, sin duda, el cada vez más habitual “síndrome del periodismo mercenario y sensacionalista” .
Desgraciadamente, es en ese mar de datos poco objetivos en los que se fomenta el “condicionamiento de valoración periférica” en la opinión pública , los nuevos (y viejos) estereotipos y prejuicios hacen estragos en el fomento de los valores que deberían sostener una sociedad que se autodefine, entre otras cosas, como democrática, plural y libre. Es más que obvio el hecho de que existe una correlación entre ciertas actitudes como por ejemplo, la intención de voto y la crispación social generada por los “maremotos informativos” propiciados por los medios de información de masas o los “lanzamientos de globos sonda” políticos.

Por otra parte, un gran sector de nuestros políticos tardará toda una vida en recuperarse de la “embriagadez” norepinefrínica y del “cólico” producido en su sistema catecolaminérgico 0, propiciados, entre otros factores, por su actitud elitista y de los enormes “esfuerzos” que han realizado para obtener puestos de responsabilidad y de alta jerarquía. Tanto esfuerzo y ansia de poder condiciona y deforma sensiblemente la visión de la realidad de nuestros dirigentes, haciéndoles olvidar que lo difícil no es el hecho de conseguir el cargo, si no mantenerlo haciendo lo que la sociedad precisa, conociendo sus necesidades y deseos y no ser, por el contrario, una marioneta, salvando las variables económicas, de lo que la tendencia de intención de voto anuncie en base al sesgo de su propia perspectiva política y de las “modas sensacionalistas” de los medios informativos. Admitir la participación del sistema catecolaminérgico en el desarrollo y mantenimiento del motivo de poder implica asumir la importancia del sistema de refuerzo en dicho motivo.

Uno de los ámbitos en los que claramente queda delimitado el papel del motivo de poder se refiere a la conducta de agresión
. Tanto si ésta obedece a causas emocionales (agresión hostil, colérica), cuanto si se convierte en un mero, pero importante, medio para conseguir un objetivo (agresión instrumental), permite que el individuo ejecutor experimente las connotaciones de poder que conlleva la consecución de dicho objetivo.
0 Los incrementos notables en el motivo de poder se corresponden con importantes incrementos en los niveles de las catecolaminas epinefrina y norepinefrina, particularmente de neropinefrina (Steele, 1977). El motivo de poder se encuentra bastante relacionado con el hemisferio derecho y con el incremento en los niveles de norepinefrina (Ley y Bryden, 1982).

Así la obtención de algo que no posee, o la conservación de algo ya poseído, implica la experiencia de las connotaciones positivas asociadas al refuerzo (Enrique G. Fernández – Abascal, UNED, 2000). De hecho, se ha podido observar que
los sujetos que obtienen puntuaciones elevadas en motivo de poder suelen manifestar con mayor frecuencia conductas relacionadas con la competitividad, incluyendo en la misma la exteriorización de conductas agresivas .
Las medidas políticas adoptadas por la mayoría de países europeos, y en suma, las tomadas por los países más ricos, son auténticas agresiones a través de instrumentos políticos hacia los colectivos más desfavorecidos que sufren los efectos de este voraz sistema socioeconómico neoliberal.
Todo lo dicho, hace pensar en un bucle multidireccional y multidimensional: Decisiones políticas – medios de comunicación de masas – opinión pública – bonanza económica externa. Evidentemente, hay otros muchos factores que interaccionan dentro de una compleja realidad social: La alienación y el tedio en el lugar de trabajo; la pobreza; el desempleo; la concentración de la riqueza; las relaciones étnicas y raciales; el delito; el bienestar; la estructura cambiante de la familia y de los roles de género y la irrupción de nuevas formas de expresión religiosa, entre otros. Ahora bien, es muy evidente, que ciertas variables correlacionan en el tiempo y aunque propiamente no se pueda establecer una causalidad a priori, no se puede negar que interactúan constantemente y estén fuera de una simple “correlación ilusoria” (Chapman y Chapman, 1967, 1969).
Las versiones emic de los estudios desarrollados en antropología social subestiman el grado de separación entre las clases y niegan la existencia de una clase dirigente . Desde una perspectiva etic, sin embargo, hay una considerable evidencia de que, a pesar de que existen fuentes de influencia política que ejercen un contrapeso, también existe una élite dirigente (banqueros, grandes empresas multinacionales, etc.) que influye decisivamente en la conformación general de la política social, económica y militar.
Dicha evidencia consiste en la concentración de la riqueza en familias super ricas y en el poder de decisión que a través de su participación en empresas se reparten un puñado de inversiones en la cumbre de las instituciones. No obstante, en contraste con los abundantes estudios sobre “el pobre”, se conoce muy poco sobre “los super ricos”; los antropólogos han sido remisos a estudiar a "los de arriba" con tanta intensidad como estudian a "los de abajo". ¿Habrá alguna posibilidad de que las universidades españolas se planteen realizar estudios?
La persistencia de una numerosa clase de “nuevos pobres" señala de nuevo un serio divorcio entre las versiones emic y etic de la vida española. La movilidad ascendente no es tan fácil ni general como la mayoría de los españoles cree. Hay una tendencia a responsabilizar de la perpetuación de la clase pobre a las propias víctimas de la pobreza, como se ha visto en la noción de una "cultura de la pobreza" * y en la pretensión de que el pobre debe trabajar más duro que el próspero. El pobre, no obstante, comparte la mayoría de los valores de la clase media y pocos datos indican que por trabajar más duro los pobres vayan a superar las condiciones infraestructurales que conducen al desempleo y el subempleo.
* Según Oscar Lewis, la cultura de la pobreza es un conjunto característico de valores y prácticas que tiende a perpetuarse que se caracteriza por la falta de ahorro, que hace que nunca puedan salir de la pobreza. Dos textos recomendados de Oscar Lewis son: "Cinco familias" y "Los hijos de Sánchez" y un libro de Charles Valentine que se llama "La cultura de la pobreza" que desarrolla un argumento opuesto al de Oscar, ya que da la culpa al sistema económico y no a la manera de ser del pobre.


Esta incapacidad para mejorar la situación en que se encuentran los inmigrantes irregulares en España tiene un enorme coste encubierto. El elevado y prolongado desempleo de ciertos grupos sociales de riesgo ha generado una situación de desesperanza y resentimiento que ha llevado a un porcentaje de jóvenes (de 14 a 25 años) a hacer del delito una carrera.
Por poner un ejemplo entre otros, el dilema racial y étnico de España da cuenta en gran medida de la marcada diferencia entre las tasas de delitos definidos como hurtos en comparación a pocos años atrás. La tasa alta de delitos por hurto se relaciona con la pobreza opresiva y la falta de esperanza económica a largo plazo de las minorías de jóvenes inmigrantes irregulares en nuestras ciudades. La razón básica es el desempleo crónico y la pobreza originada por la imposibilidad de regularización.
En el núcleo de las ciudades tienen tanto oportunidad como motivo para cometer delitos como son hurtos y el establecimiento de redes mafiosas y, por otra parte, muchas posibilidades de escapar de la policía. Es decir, los beneficios del delito sobrepasan los riesgos de ser capturado. Y esto, no se solucionará contratando 20.000 policías más, ni agrandando las cárceles, ni pidiendo a juristas de altas esferas que hagan nuevas leyes sobre realidades que no entienden.

La vía que debe permitir un cambio social pacífico y eficaz, hacia una sociedad más sabia y justa, es
un proceso a largo plazo que se sustenta en la educación libre, desligada de las presiones y tendencias educativas que se realizan con una filosofía de “compartimentos estancos”. De la universidad saldrán los futuros profesores, educadores, pedagogos, etc… Abramos las ventanas de las aulas y sus puertas, dejemos salir a los estudiantes, liberemos las mentes de los universitarios para que puedan oír el clamor de los más necesitados, ver la injusticia y démosles el poder de realizar estudios y acciones que se reflejen en su entorno social, no sólo en las notas, viendo como su esfuerzo cría polvo en un cajón oscuro de algún profesor. Démosles la posibilidad de que detecten problemas y ofrezcan soluciones. No cuando ya han terminado su carrera, sino durante, cuando aún no están tan alienados; dejémosles descubrir desde el principio la diferencia que hay entre saber y saber hacer.

Dentro de este confluir de distintas fuentes informativas, de datos y noticias sesgados, esta opinión
pretende servir como paliativo , primero obteniendo unos datos objetivos y metodológicamente enmarcados en las ciencias sociales y segundo, invitando a las universidades a intervenir en esta acción social lo más imparcial e independientemente posible de las distintas tendencias sociopolíticas de su entorno en cuanto a la valoración y análisis de la información obtenida. Todo ello siendo fiel al marco de referencia defendido por la Animación Sociocultural: Fomentar la interrelación y complementariedad; una verdadera democracia cultural; estimular la participación ciudadana; estimular el amor a la cultura; equilibrar los ejes educación – interés personal y demanda – necesidad.

En suma,
animar a un cambio que conduzca a mejorar la vida de la comunidad basándonos en la obtención de un “espejo social” y desarrollo de redes de autoayuda basados en intercambios solidarios a través de mecanismos de participación ciudadana . Todo ello adaptado a los presupuestos culturales y a los valores que defienden los principios de libertad, igualdad y fraternidad entre las gentes que pueblan nuestra Mallorca de hoy.

En esta pluralidad de matices sociales, convive otro sector de la sociedad, como es nuestra población universitaria, cuya formación suele ser teóricamente exquisita, pero prácticamente deficitaria. La falta de un aprendizaje más práctico es una crítica general a los programas de estudios . Por otro lado, también hallamos una falta de sensibilidad y corresponsabilidad de la Universidad Española hacia el sector de la sociedad más desfavorecido. La Universidad debería ser entre otras cosas, una escuela de VIDA en la que se fomenten y promocionen los valores humanos.
Es preciso un mayor acercamiento de la formación de los estudiantes a la realidad social que les espera y una mayor intervención e interacción de las Universidades en la Acción Social , porque de ellas salen personas con uno de los bienes más importantes de los que puede disfrutar el ser humano: Una formación intelectual superior y la posibilidad de vivir gracias a ésta, estar en posesión de unas garantías legales y sociales privilegiadas que les dan el derecho y deber de devolver a la sociedad lo que ésta les ha en parte posibilitado obtener mediante una comprometida defensa de los valores que fomenten una sociedad más justa, democrática y solidaria.

Toni Bauzá.

Experto Universitario en Animación Sociocultural.

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